No recuerdo si de niño alguna vez tuve la ilusión de creer en el viejo pascuero. Sí sé que alguna vez un par de primas vecinas mayores quisieron matarnos la ilusión mostrándonos los juguetes que mis papás habian escondido en el closet días antes de la Navidad.

Para mí sólo fue incómodo tener que fingir la sorpresa de recibir un regalo que ya conocía.  No hubo magia, fue como un feriado más con un regalo conocido que me esperaba bajo el arbol al despertar.

Y quizás eso sea lo esencial de esta fecha. Creer en que es posible que de pronto ocurra algo mágico que pueda hacer un sueño realidad. Grande o pequeño, un regalo que llega desde el cielo a través de un viejo que se pasea en trineo repartiendo ilusiones de felicidad a los niños del mundo.

Hoy quisiera que la magia de la navidad me sorprenda y me diga que toda la vida he estado profundamente equivocado pues el viejito pascuero si existe, y traerá con él una lluvia de regalos, no sólo para mí sino para toda la familia. Una lluvia de bendiciones que resuelva nuestros problemas, que calme el dolor, que consuele el corazón, que nos haga recobrar la alegría de vivir simplemente, como cuando éramos niños. Quiero creer!

Viejito Pascuero, aquí estoy!

PD A mis primas las quiero mucho 🙂